El cuerpo dice mucho de nosotros mismos, más de lo que nos podemos creer. Las heridas emocionales se reflejan en nuestro cuerpo y por tanto, se pueden identificar a través de nuestro cuerpo. Nuestra mente y nuestro están conectados, nunca nos mentirá. Cada herida puede mostrarse de manera diferente en nuestro cuerpo:
- La postura de la espalda.
- El tamaño de los ojos.
- La tendencia a estar delgada o a tener peso.
- La mirada.
- La tensión en el cuello.
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Herida de abandono
En el caso de las heridas de abandono, se tiene mucho miedo a la soledad y la persona se encuentra en total dependencia emocional. Con esta herida se tiene un cuerpo de una persona que se siente abandonada y sin fuerzas para afrontar la vida. Su mirada es suplicante. Generalmente se tienen problemas posturales de espalda. Al mismo tiempo se presenta una tendencia de hombros caídos y cintura hundida, con pelvis hacia adelante.
Las heridas de abandono denotan la falta de musculatura en el cuerpo. Normalmente las personas que la tienen no les gusta hacer deporte de esfuerzo. Poseen ojos grandes y mirada de una persona que pide ayuda y su voz sigue siendo infantil.
Herida de rechazo
La persona con heridas de rechazo tiende a ser huidiza y tiene mucho temor a ser rechazada. Esconde su cuerpo para que no le vean y no ser rechazado o rechazada, se protege, se aísla y a la vez se siente invisible.
Las personas con este tipo de heridas tienen tendencia a la delgadez y una musculatura apretada. Sus ojos son pequeños y no les gusta el contacto visual directo. Por lo general poseen tensión en cuello y cabeza por toda la actividad mental. Muchas veces su cuerpo tiende a ser deforme o una parte del mismo luce más infantil. El cuerpo da una percepción de gran fragilidad.
Herida de traición
La persona con heridas de traición tiende a ser controladora y desconfiada. El cuerpo de estas personas representa su necesidad de control y su gran desconfianza. Son personas poderosas que se imponen con su presencia.
En cuanto a la anatomía de las heridas de traición se tiene un pecho inflado. Normalmente los hombros de este perfil son rectos y espalda más ancha que el tronco. Su cuerpo muestra un aspecto fuerte y aunque tenga algunos kilos de más se ve fuerte. Su mirada suele ser muy penetrante y magnética.
Herida de injusticia
Estas personas suelen ser frías, rígidas y exigentes. Su cuerpo representa la rigidez y la frialdad con la que afrontan la vida. Muestran la exigencia que tiene consigo y con los demás. De igual forma son mujeres que se sienten orgullosas de hacer siempre lo correcto. Su cuerpo es proporcionado con tendencia atlética. Les gusta cuidarse por lo cual presentan una postura corporal recta. Cuidan mucho su postura corporal con aire vanidoso y soberbio. Presentan tensión en el cuello y barbilla hacia arriba. Su aire suele ser de orgullo y arrogancia algunas veces. Los movimientos al caminar son rápidos y secos y poseen una mirada fija y persistente.
Herida de humillación
La persona con heridas de humillación suele ser sumisa y avergonzada. Su culpa le persigue. Las personas con estas heridas suelen avergonzarse de sí mismas porque probablemente, han tenido en la infancia experiencias de humillación, incluidas humillaciones sexuales.
Poseen una gran tendencia a engordar. Suelen acumular más grasa en la zona del vientre y su cara suele ser redonda con cuello corto. Están continuamente con los hombros rectos y el pecho relativamente marcado. Su mirada es de sufrimiento aunque el resto de la cara se vea más joven. Suelen tener apretados sus glúteos.
Ejercicios para sanar
Existen diversas técnicas para la sanación de las heridas emocionales o de infancia. Por ejemplo:
- Natación para fortalecer la espalda y mejorar la respiración.
- Correr y hacer deportes de esfuerzo y superación.
El ejercicio de sanación se enfoca de acuerdo a cada herida emocional que se posee. Es importante no abandonar la actividad y ser constantes en el proceso de sanación de cada herida de infancia.
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